y en un repentino abrir y serrar de ojos el destino quizò abrirme las puertas al mundo...
sentí la llamada luz cegadora, de la que me hablo el anciano sabio. hasta que mis ojos no pudieron màs porque había perdido la capacidad de humedecerlos, continué... no había nada que me detuviera... grunch! grunch! para... se lo dije mentalmente, grunch! maldita perra! para... grunch! no parò, entre mi reprimida rabia y mi incontenible deseo de matarla... decidí dejarlo todo hasta aquí, el sueño había acabado.
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